TRAICIÓN AL PADRE...TRAICIÓN DE JUDÁS
Judas nombre hebreo que significa “alabanza” era el único de los apóstoles que no era Galileo, fue elegido, un día, por Jesús para formar parte del círculo más íntimo de sus amigos. Lo acompañó durante su vida pública, escuchó sus enseñanzas, vio sus innumerables milagros y no solo era discípulo y apóstol del Señor sino que llegó a convertirse en tesorero, quien manejaba la bolsa con las finanzas.
Y sin embargo, vendió al Señor, cuando abrimos una brecha y Satanás entra en nuestras vidas, no alcanzamos libertad, sino que, por el contrario, somos esclavos, hasta llegar al hecho de traicionar la amistad con el Señor, está escrito en Lucas 22, 3 “Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los Doce”.
Por ello, debemos estar prevenidos, utilizar la oración permanente en comunión íntima con nuestro Padre, con el Espíirtu Santo como guia, apartar con la firmeza de nuestro Espíritu todo pensamiento que el enemigo quiera sembrar en nuestras vidas que nos haga alejarnos de los mandamientos y obediencia a nuestro Padre, no permitiendo abrir brechas por nuestro descuido en el pensar, en el actuar, en el dominio propio y carácter, donde el engañador nos lleve a la tentación y luego al pecado. Las tentaciones están presentes, pero nuestro dominio propio y carácter debe ir dirigido a rechazarlas porque solo la luz del Espíritu Santo mediante el indicador de la palabra de vida debe brillar en nosotros.
La luz vence las tinieblas, y la luz que se había proyectado desde Jesús estaba en Judas tratando de salvarlo después, por ello devuelve el dinero, pero ya era demasiado tarde. Mateo 27, 3 “Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos”.
Mucho cuidadito, no esperemos como Judás, cuando ya sea demasiado tarde en nuestras vidas (cuando una enfermedad nos abrume, cuando el egoísmo nos carcoma, cuando el rencor nos destroce, cuando el odio nos envenene, cuando la envidia nos derrumbe, cuando todo lo del mundo sea lo más importante e imprescindible para nosotros), para decidir lo correcto y agradable ante Dios.
Aún Jesús sabiendo que Judas consuma su traición con un beso, el Señor le pregunta: “Amigo, ¿a qué vienes? ¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?” (Mateo 26, 40; Lucas 22, 48). Hasta el final, Jesús lo considera amigo, porque Jesús siempre nos espera para unirnos al Amor de Padre, con sus brazos abiertos para que juntos formemos ese Cuerpo Místico donde él es la cabeza. Dejémonos dirigir por el Señor y todo lo demás vendrá por añadidura.
BENDECIDO MARTES SANTO EN OBEDIENCIA Y COMPROMISO AL PADRE BUENO
Y sin embargo, vendió al Señor, cuando abrimos una brecha y Satanás entra en nuestras vidas, no alcanzamos libertad, sino que, por el contrario, somos esclavos, hasta llegar al hecho de traicionar la amistad con el Señor, está escrito en Lucas 22, 3 “Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los Doce”.
Por ello, debemos estar prevenidos, utilizar la oración permanente en comunión íntima con nuestro Padre, con el Espíirtu Santo como guia, apartar con la firmeza de nuestro Espíritu todo pensamiento que el enemigo quiera sembrar en nuestras vidas que nos haga alejarnos de los mandamientos y obediencia a nuestro Padre, no permitiendo abrir brechas por nuestro descuido en el pensar, en el actuar, en el dominio propio y carácter, donde el engañador nos lleve a la tentación y luego al pecado. Las tentaciones están presentes, pero nuestro dominio propio y carácter debe ir dirigido a rechazarlas porque solo la luz del Espíritu Santo mediante el indicador de la palabra de vida debe brillar en nosotros.
La luz vence las tinieblas, y la luz que se había proyectado desde Jesús estaba en Judas tratando de salvarlo después, por ello devuelve el dinero, pero ya era demasiado tarde. Mateo 27, 3 “Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos”.
Mucho cuidadito, no esperemos como Judás, cuando ya sea demasiado tarde en nuestras vidas (cuando una enfermedad nos abrume, cuando el egoísmo nos carcoma, cuando el rencor nos destroce, cuando el odio nos envenene, cuando la envidia nos derrumbe, cuando todo lo del mundo sea lo más importante e imprescindible para nosotros), para decidir lo correcto y agradable ante Dios.
Aún Jesús sabiendo que Judas consuma su traición con un beso, el Señor le pregunta: “Amigo, ¿a qué vienes? ¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?” (Mateo 26, 40; Lucas 22, 48). Hasta el final, Jesús lo considera amigo, porque Jesús siempre nos espera para unirnos al Amor de Padre, con sus brazos abiertos para que juntos formemos ese Cuerpo Místico donde él es la cabeza. Dejémonos dirigir por el Señor y todo lo demás vendrá por añadidura.
BENDECIDO MARTES SANTO EN OBEDIENCIA Y COMPROMISO AL PADRE BUENO
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